19 sept 2012

Siguiendo el Rin

Mi llegada a Alemania fue un tanto accidental. El sábado salí de Utrecht, Holanda con dirección este, y planeaba pasar la noche en Nijmegen -no porque hubiera algo especial, sino porque era una ciudad a unos 80 km de distancia y estaba iniciando mi día ciclista muy tarde (1 PM). En el camino un incidente menor: más o menos a dos tercios del recorrido un mosquito se me metió al ojo, mismo que se puso rojo y empezó a arder. No tengo espejo, y por lo tanto no podía saber en qué parte de la región ocular estaba el maldito insecto. Incluso, en mi desesperación, creí que quizá podía tomar una foto de mi ojo y así ubicar al animal. Como pueden ver abajo, la idea no prosperó.

El mosquito estaba debajo de mi párpado inferior
Afortunadamente, unos minutos más tarde encontré un café. Pedí un capuccino y de inmediato me dirigí al baño, donde con ayuda de un espejo pude retirar al intruso, que para entonces ya estaba bien muerto. Eso es lo que pasa cuando te quitas los lentes oscuros! En este viaje me han entrado ya muchos mosquitos a los ojos y a la boca (ninguna mosca, afortunadamente). Los lentes oscuros protegen tus ojos del polvo, el viento, el sol y los insectos volantes (tip de viaje!).

Llegué a Nijmegen a las 6 PM y comencé a buscar lugares para hospedarme. Usando el internet 3G de mi Kindle (que es gratis en todo el mundo!) busqué hostales. No había. Busqué sitios de camping. No había en muchos kilómetros a la redonda. Luego pensé, por qué tengo que quedarme en este sitio? Aún tenía energía, el clima era agradable, y aún tenía agua. Seguí pedaleando, y muy pronto crucé la frontera alemana. Como es usual, no había ningún tipo de monumento ni ninguna bandera, apenas un letrero indicando los límites de velocidad en el país y otro con la bienvenida al estado de Nordrhein-Wesftalen. Se trata del estado más poblado de Alemania (18 millones de habitantes) y también el más importante económicamente (contiene la enorme región industrial del río Rin, quizá la más grande de Europa).

El estado más poblado de Alemania me da la bienvenida
Unos 20 km luego de ingresar a territorio alemán llegué a la ciudad de Kleve. Usando mi Kindle y mi GPS, logré ubicar el albergue de la juventud (Jugenherberge). Estaba en lo alto de una colina, mi primer ascenso desde Francia. Al llegar al albergue, vi varias personas en el lobby, pero para mi desgracia la recepción estaba vacía. Había un letrero en alemán, no tengo idea qué decía pero incluía un número de teléfono. Supuse que decía que, en caso que la recepción estuviera cerrada, había que marcar a ese teléfono. Lamentablemente, desde Francia no tengo crédito en mi celular.

Pero, como siempre, la gente está ahí para ayudar (siempre y cuando ambas partes hablen inglés, u otro idioma común). Le expliqué mi situación a una pareja de alemanes de treinta y tantos años. Se ofrecieron a marcarle al gerente del albergue, a lo cual obviamente respondí que sí, que por favor lo hicieran. La noticia buena: sí había disponibilidad en el albergue. La mala: el gerente llegaría en una hora y media, y hasta esa hora yo tendría que esperar. Eran las ocho de la noche y yo estaba cansado tras haber recorrido 98 km. Pero la mala noticia se convertiría, como suele ocurrir, en una oportunidad de intercambio cultural. La pareja de alemanes me invitó a acompañarlos a uno de los comedores, para beber una cerveza. Ahí encontré un grupo de unos ocho o diez alemanes, todos amigos, originarios de Essen (una ciudad cercana, parte de la agolmeración Duisburg-Essen-Dortmund, la más grande de Alemania). Brindamos y me dieron la bienvenida a Alemania! Luego me preguntaron si había cenado, y me ayudaron a ordenar una pizza por teléfono. 

Para cuando llegó el gerente al albergue, yo ya había cenado y estaba socializando felizmente. El gerente, un señor de más de 60 años, hablaba un inglés excelente. Me indicó que tendría una habitación entera a mi disposición, por el módico precio de 18 Euros. Subí a mi cuarto y me pareció impecable, una habitación casi de hotel de tres estrellas, excepto por la ausencia de TV y el hecho que yo tuve que hacer mi cama (siempre es así en estos albergues). Fui a dormirme contento, con la emoción de estar en un nuevo país, rodeado otra vez de personas amables y generosas.

Una de las curiosidades de este albergue es que en el baño
hay letreros como éste.

La vista desde mi habitación del albergue en Kleve (Deutsche-
Jugenherberge Kleve) en lo alto de una colina.

Decidí quedarme 2 noches en Kleve porque, según yo, dedicaría un día entero a "aclimatarme" a Alemania, a planear mi ruta a través del país y a comprar un phrasebook de alemán para cuando menos aprender a leer y hablar palabras y frases esenciales. Lo malo es que olvidé que el día siguiente sería domingo, cuando casi todo cierra (excepto cafés y restoranes). No pude comprar mapas ni phrasebooks. Para colmo, el gerente del hostal me dio un voucher de 2 horas para el Wifi, al cabo de las cuales me quedé sin conexión a internet (y el gerente se fue a algún lugar por el resto del día). Así pues, luego de dar una vuelta por el pueblo volví al albergue y, como la cocina estaba cerrada con llave, tuve que preparar una pasta usando mi estufa de camping, en el jardín. En esas estaba cuando llegaron al hostal dos personajes que me alegraron el día. Martin y Chris, ingleses radicados en la bella ciudad de Durham, estaban pasando por Kleve en su recorrido de Metz (Francia) a Rotterdam (Holanda), siguiendo el río Rin hacia su desembocadura en el mar del Norte.   Yo ya estaba resignado a pasar un domingo solitario y aburrido, leyendo en la calma absoluta del jardín del albergue. Estos inesperados visitantes fueron lo mejor que me pudo haber pasado: platicamos sobre nuestros viajes en bicicleta, sobre Inglaterra y sobre la vida, literalmente hasta que nos apagaron la luz del hostal a las 10.30 PM. Intercambiamos bromas, anécdotas y recomendaciones de lectura. 

Martin y Chris, los ingleses (oriundos de Durham y Londres,
respectivamente) que conocí en el hostal de Kleve, Alemania.
Al día siguiente nos despedimos y partimos en direcciones opuestas, no sin antes intercambiar direcciones de e-mail. Yo me dirigí hacia Düsseldorf, pero antes pasé a una librería (buchhandlung!) a comprar mi atlas de carreteras de Alemania y mi diccionario inglés-alemán de bolsillo. Desde mi Kindle también compré un libro de alemán para principiantes (gramática básica y phrasebook), dado que no había libros para German-learners en la librería. Es verdad que poco podré aprender en los 10 o 12 días que esté en Alemania, pero lo que sea que aprenda será útil. Mi vocabulario crece día con día, hoy ya pude pedir un kebab en alemán. Aunque la inmensa mayoría de los alemanes hablan bien inglés, me he topado con varias personas (sobre todo mayores) que no lo hablan nada, nada. Al menos quiero ser capaz de decir de dónde soy y qué estoy haciendo. Ich bin Gabriel, ich bin Mexikaner. Ich bin mit dem Fahrrad unterwegs durch Europa. Ahora lamento no haber aprendido algo de alemán en la universidad!

Mi Kindle, desplegando mi libro de gramática básica del alemán,
y mi diccionario inglés-alemán (pensado para alemanes que
quieren aprender inglés y no al revés, por lo cual no me ayuda
con la fonética del alemán).
Pasé una noche en Düsseldorf, tras cruzar un sinfin de parques industriales, muchas ciudades y algunos campos de maíz. En Europa continental el maíz parece ser el cultivo más común, en contraste con Gran Bretaña (donde no recuerdo haberlo visto). Es increíble cómo se ha globalizado el maíz (y de muchos otros cereales y cultivos). En México siempre escucho que existen no sé cuántas variedades de maíz. Me pregunto cuántas se cultivan actualmente en Europa. En mi muy inexperta opinión, el maíz europeo es principalmente de la variedad amarilla, es decir, maíz dulce o "gringo", en contraste con el maíz blanco que predomina en México. Lo que no sé, es cómo lo comen (aparte de las ensaladas). Quizá sólo lo usan para alimentar animales.

Maíz alemán
Para llegar a Düsseldorf, capital de Nordrhein-Westfal, tuve que cruzar el río Rin. Pero no lo hice en uno de esos gigantescos puentes de acero. Preferí utilizar un pequeño ferry. El pasaje costó 1.80 Euros. En esta parte de Alemania el Rin tiene unos 500 metros de ancho. Aunque era más importante económicamente durante la era industrial, el Rin sigue siendo un río muy transitado. En diez minutos uno ve pasar al menos cinco embarcaciones, la mayoría de transporte de carga pero también cruceros turísticos.

Así crucé el río Rin, en un mini-ferry. 80 centavos de Euro por viaje.

Düsseldorf, capital de Nordrhein-Westfalen
En Düsseldorf sólo estuve una noche, y al día siguiente continúe pedaleando al lado del Rin. Llegué a Colonia. Esta ciudad, la 4ª más grande de Alemania (después de Berlin, Munich y Hamburgo) cuenta con una famosa y espectacular catedral gótica, la más grande de Europa del norte y la 2ª más alta, con 157 metros del piso a la cúspide de sus torres (Ulm Minster, en el suroeste de Alemania, es la iglesia más alta del mundo, con una torre de 162 metros).

95% de Colonia fue devastada en la 2ª guerra mundial, pero la catedral, pese a sufrir daños considerables, resistió los bombardeos aliados. Hoy es el imán turístico de Colonia, que por lo demás no tiene muchos atractivos. De hecho, según Wikipedia esta catedral es el edificio más visitado de Alemania, con 20 mil visitantes diarios. La construcción de esta catedral inició en 1248 pero terminó en 1880. Sucede que en 1473, luego de 225 años de construcción, la obra fue abandonada por los siguientes 400 años! Si ustedes creían que la interrupción en la construcción del Hotel de México/WTC Ciudad de México había sido demasiado larga, la historia de la catedral de Colonia pone las cosas en perspectiva.  

La catedral de Colonia fue el edificio más alto del mundo
de 1880 a 1884, cuando Ulm Minster fue terminada

El interior de la catedral es aún más impresionante que su exterior. Los
vitrales son realmente espectaculares, narrando múltiples historias
de la Biblia.
Catedral de Colonia

Los próximos días: mañana jueves seguiré mi recorrido al sureste, siguiendo el río Rin, parando en Koblenz. El viernes o sábado estaré llegando a Frankfurt-am-Main. A partir de ahí, me dirigiré al este, hacia la República Checa. El otoño ya llegó con todo a estas latitudes y las temperaturas son notablemente más bajas que hace unas cuantas semanas. Por ello, no puedo demorar mucho en mi trayecto hacia Estambul.

4 comentarios:

  1. Excelente narración y conforme avanza la aventura también vamos aprendiendo cosas muy interesantes de otros países y culturas, en verdad parece que vamos pedaleando juntos. En espera de la siguiente ¡ Un abrazo muy fuerte y lo mejor en tu camino. Luis Cordova

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  2. Qué no digas a bávaro que Nordrhein-Westfalen es económicamente más importante que Bavaria! No les gusta escucharlo... Y cualquier pregunta con el alemán te contestaré! Que disfrutes la recorrida de mi patria. Nos vemos, Anna

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  3. La Comisión Nacional para la Biodiversidad (Conabio) reportó recientemente que ha identificado 22,931 variedades de maíz nativo en México. Se ha dicho que las variedades tienen relación con la diversidad geográfica del país pero también con la diversidad cultural que ha "domesticado" este grano desde hace más de 9 mil años... Un saludo desde la cuna del maíz. Gerardo Moncada

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    1. Ah caray, tantas? Quizá sólo unas cuantas de esas casi 23 mil variedades representan la mayor parte de la producción nacional. Lo que me queda claro es que México ya no puede hacer con el maíz lo que hizo con el tequila: establecer una denominación de origen, de modo que puedas contar con un monopolio global del producto en cuestión...

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