16 sept 2012

Reencuentro con Tintín

« Au fond, vous savez, mon seul rival international, c’est Tintin ! Nous sommes les petits qui ne se laissent pas avoir par les grands»

"En el fondo, usted sabe, mi único rival internacional, es Tintín! Nosotros somos los dos pequeños que no se dejan jalonear por los grandotes." 

-General Charles de Gaulle, presidente de Francia (1959-1969) en una entrevista en 1969 con André Malraux

La experiencia más importante de mi visita a Bélgica no ocurrió sobre el sillín de la bicicleta. Fue la visita a al Museo Hergé -el museo de la vida y obra del creador y autor de la serie de dibujos animados Las Aventuras de Tintín- en Louvain-la-Neuve, una ciudad universitaria a unos 30 km al sureste de Bruselas. El domingo pasado dediqué la mayor parte del día a visitar este museo (de hecho, hice una pausa para comer durante mi visita al museo, y luego volví con el mismo boleto). El museo cumplió con mis expectativas: hoy comprendo mucho mejor la obra de Hergé y en particular el contexto de Las Aventuras de Tintín, una obra fundamental para entender la evolución de la conciencia occidental en el Siglo XX. Hoy en día Tintín ha sido traducido a más de 60 idiomas y se han vendido más de 200 millones de álbumes en todos los rincones del mundo. Es, junto con la cerveza y el chocolate, el mayor regalo de Bélgica al mundo, y Hergé es quizá el belga más célebre de la historia. Tintín, como señalaba Charles de Gaulle, es un héroe europeo de carácter universal.
Nuestro héroe Tintín y su leal
amigo y mascota, Milú

Pero, ¿qué es Tintín? ¿acaso no se trata de una serie más de dibujos animados, una de muchas tantas? No voy a decir que Tintín es superior o fundamentalmente distinto de todos los otros cómics, pero creo que hay elementos que lo hacen especial. En mi opinión, lo increíble de Tintín es que lo puedes leer y releer muchas veces, y te sigue divirtiendo. Es una obra de muchas capas, como una cebolla. Cuando lees Tintín a los ocho o nueve años, te enfocas en las aventuras, la acción, el peligro y el riesgo, la lucha del bien contra el mal, y las situaciones cómicas. No importa si vives en México o en Noruega o en Namibia: las aventuras de Tintín  son universalmente divertidas y, los valores que transmite (amistad, lealtad, honestidad, honradez, la defensa de los débiles ante los abusos de los poderosos) no conocen fronteras.


Tintín fue el primer hombre en caminar
en la Luna... en 1954, 15 años antes de
Neil Armostrong y el Apollo 11
Cuando relees Tintín unos años más tarde, digamos en la adolescencia, las cosas se ponen más interesantes. Al ubicar cada álbum en su contexto histórico (todos datan de entre 1929 y 1986) comienzas a notar la evolución de la conciencia política de Tintín y de Hergé, que de cierto modo refleja también la evolución de la conciencia europea en el Siglo XX. Por ejemplo, Tintín en el Congo (1930) muestra la visión del colonialismo que se tenía en la Europa de la época: se creía, incluso en círculos educados y progresistas, que las naciones europeas tenían el deber de civilizar África, y que en el fondo los africanos eran prácticamente niños y por lo tanto merecían ser tratados de forma paternalista. Es un álbum racista, que refleja la mentalidad europea de la época. Los estereotipos y clichés sobre países extranjeros y culturas no-occidentales abundan en los primeros cuatro álbumes.

Gradualmente, la conciencia política e histórica de Hergé evoluciona y su postura respecto al colonialismo europeo cambia por compleo. En El Loto Azul (1936) ya vemos una crítica frontal al colonialismo europeo en China, y Hergé se mofa sobre los estereotipos sobre China que predominaban en Europa en aquel entonces. También critica, en El Cetro de Ottokar, los movimientos fascistas de los años 30, y en la posguerra condena y ridiculiza los regímenes totalitarios y autoritarios tanto en Europa como en América Latina. Las narrativas políticas de los álbumes de la post-guerra también son más sofisticadas, al dejar atrás los maniqueísmos burdos (buenos vs malos) que predominan en los primeros álbumes. Aparecen personajes ambiguos, difíciles de descifrar, en quienes Tintín no sabe si debe confiar. Lo único que es constante a lo largo de toda la serie es el humanismo y la conciencia ética de Tintín (ver la cita de De Gaulle que puse arriba) pero el contexto en el que se desempeña cambia profundamente con el paso de los álbumes (es decir, con el paso del tiempo). En en décadas y siglos futuros, los historiadores y sociólogos encontrarán en Tintín elementos muy valiosos para entender el pensamiento político europeo en el Siglo XX.

El Museo Hergé en Louvain-la-Neuve, Bélgica

Pero creo que lo más valioso de Tintín es que es una obra que siembra una fascinación perdurable por el mundo, sus culturas y sus pueblos. Tintín te inspira a viajar, a descubrir este mundo tan diverso y a tratar de apreciarlo y entenderlo. A los ocho años mis padres me regalaron el álbum Tintin en América, y de ahí me seguí con todos los demás títulos de la serie. En gran medida, Tintín forjó mi visión del mundo y sembró en mi una conciencia, aunque sea tenue, de temas que después estudiaría en mayor detalle en el colegio y la universidad, como el colonialismo, el autoritarismo y la discriminación racial. Con Tintín viajé a todos los continentes, e incluso pisé la Luna, sin siquiera tener que salir de mi casa en la Ciudad de México. Sin duda, el viaje en bicicleta que actualmente estoy realizando es en parte el resultado de haber leído y releído Tintín desde la infancia: Tintín te enseña que el mundo está ahí para ser explorado, y que un sinfín de aventuras esperan a quien decide dar el salto hacia afuera. 

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