30 sept 2012

Dejando atrás Alemania

Alemania no quería que me fuera. Cada día los paisajes eran más espectaculares, los bosques más exhuberantes y profundos, los pueblos más pintorescos y encantadores. Pero todo tiene que llegar a su fin. Finalmente, el viernes 28 de septiembre crucé la (casi invisible) frontera entre Alemania y la República Checa. Es decir, crucé lo que antes era la "Cortina de Hierro". Hoy en día, no queda ningún vestigio de la enorme barrera -política, económica e ideológica- que durante la segunda mitad del siglo XX separó a Europa occidental de Europa central y oriental.

Primero, quiero decir que Alemania es un gran país para visitar en bicicleta, por varias razones:
(1) El profundo respeto que existe hacia los ciclistas, y la disponibilidad de infraestructura para ciclistas tanto en las ciudades como en muchas carreteras (incluyendo una red nacional de ciclovías interurbanas).
(2) Los paisajes son espectaculares, particularmente en el sur del país. No recomendaría a nadie pedalear en el noroeste de Alemania, en la enorme región industrial del Rin-Ruhr (Duisburg, Essen, Dortmund, Dusseldorf, incluso Colonia). Pero al sur de Colonia las cosas se ponen mejor, disminuye la densidad poblacional, aparecen bosques y colinas.
(3) Hay todo tipo de paisajes y paseos de distinto grado de dificultad. ¿Quieres un paseo fácil y plano, pero escénico? Pedalea a lo largo del río Rin, o del Main. ¿Prefieres un poco más de dificultad? No hay problema, también hay parques naturales que puedes cruzar, como los que están en el norte de Bavaria (Steigerwald).
(4) Nunca, nunca tendrás problema para encontrar alojamiento. Hay sitios de camping y hostales (Deutsche Jugendherbergen) por todo el país. Si quieres más lujo, hay casas de huéspedes y hoteles. Pero yo sólo me quedé en campsites y hostales. Las instalaciones fueron excelentes en todos, y los precios razonables.
(5) Los pueblos alemanes son hermosos, todos los edificios lucen perfectamente bien conservados y muchos datan de varios siglos atrás. Particularmente en Bavaria, casi todos los pueblos por los que pasé me parecieron muy atractivos y me sentí obligado a parar y dar una vuelta, aunque sea para tomar unas fotos.

Paisaje típico de Bavaria. Colina, bosque y una iglesia.

Sulzbach-Rosenberg, pueblito pintoresco en Bavaria
En mi última noche en Alemania me hospedé en el sitio más interesante, quizá, de todo el viaje: la fortaleza medieval de Trausnitz que desde 1997 es sede de un hostal (Deutsche Jugendherberge). Trausnitz es un pueblito de unas doscientas personas, apenas hay un restorán y ni una sola tienda. Pero me hospedé ahí porque me quedaba en el camino a la República Checa y no todos los días me puedo hospedar en una fortaleza medieval (a un precio razonable). Cuando llegué, me di cuenta que todo el hostal estaba tomado por niños de entre 7 y 10 años -había más de 100 de ellos! Eran de una escuela cercana, estaban realizando una excursión de su clase de historia. Al entrar a la recepción, surgió un reto: la encargada no hablaba inglés, ni menos francés o español. Tuve que emplear mis escasísimas palabras de alemán para darme a entender, además de mover mucho los brazos. Pero no hubo problema, y de cualquier modo al día siguiente la persona encargada sí hablaba inglés y al momento de pagar no hubo confusión.

El Albergue de la Juventud en Trausnitz, una ex-fortaleza
del siglo XIV. El 
Ya cuando estaba a punto de dejar Alemania, pedaleando sobre una colina, miré a mi izquierda (al norte) y vi que a unos cuantos kilómetros se alzaba sobre el valle otra colina, coronada por un hermoso pueblo medieval, con todo y castillo. Miré en mi mapa: se trataba de Leuchtenberg. Sin dudarlo, sin importarme la magnitud del desvío, me dirigí hacia allá. El pueblo no era cosa del otro mundo, pero encontré un restorán donde comí Currywurst y bebí una cerveza local por 7 Euros -una ganga. Luego seguí mi camino hacia el nuevo país.
Leuchtenberg. Vi el pueblo desde una distancia, y me dieron
ganas de ir ahí, aunque no me quedara de paso. Valió la pena.
A eso de las 4.30 PM finalmente llegué a la República Checa. Grabé los últimos dos kilómetros previos a la línea divisoria de los dos países:


República Checa!
Ya en la República Checa, me llamó mucho la atención que de pronto hubiera tantos anuncios espectaculares con mujeres semidesnudas. Strip clubs, bares de "teiboleras", o de plano burdeles, se anunciaban por todos lados en esos primeros kilómetros de territorio checo. También había muchos anuncios de casinos y de sitios de apuestas y cosas por el estilo. Y por supuesto, no faltaban los anuncios de  lugares de masajes estilo Thai. El primer pueblo checo por el que pasé, Rozvadov, parecía ser la capital checa del "pecado". Los demás pueblos checos que he visto no han sido para nada así, debe ser simplemente un mercado de servicios eróticos orientado a los alemanes que viven apenas a unos kilómetros.

En los primeros dos kilómetros en la República Checa vi
unos diez letreros de este tipo. Es obvio que estos negocios
están dirigidos a los alemanes (el letrero está en alemán).

Bueno, ahora estoy en Praga. Les recomiendo ver mi video de mi llegada a Praga. Próximamente estaré escribiendo sobre mis impresiones de esta hermosa ciudad, la capital del país y la sexta ciudad más visitada de toda Europa.

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