30 sept 2012

Dejando atrás Alemania

Alemania no quería que me fuera. Cada día los paisajes eran más espectaculares, los bosques más exhuberantes y profundos, los pueblos más pintorescos y encantadores. Pero todo tiene que llegar a su fin. Finalmente, el viernes 28 de septiembre crucé la (casi invisible) frontera entre Alemania y la República Checa. Es decir, crucé lo que antes era la "Cortina de Hierro". Hoy en día, no queda ningún vestigio de la enorme barrera -política, económica e ideológica- que durante la segunda mitad del siglo XX separó a Europa occidental de Europa central y oriental.

Primero, quiero decir que Alemania es un gran país para visitar en bicicleta, por varias razones:
(1) El profundo respeto que existe hacia los ciclistas, y la disponibilidad de infraestructura para ciclistas tanto en las ciudades como en muchas carreteras (incluyendo una red nacional de ciclovías interurbanas).
(2) Los paisajes son espectaculares, particularmente en el sur del país. No recomendaría a nadie pedalear en el noroeste de Alemania, en la enorme región industrial del Rin-Ruhr (Duisburg, Essen, Dortmund, Dusseldorf, incluso Colonia). Pero al sur de Colonia las cosas se ponen mejor, disminuye la densidad poblacional, aparecen bosques y colinas.
(3) Hay todo tipo de paisajes y paseos de distinto grado de dificultad. ¿Quieres un paseo fácil y plano, pero escénico? Pedalea a lo largo del río Rin, o del Main. ¿Prefieres un poco más de dificultad? No hay problema, también hay parques naturales que puedes cruzar, como los que están en el norte de Bavaria (Steigerwald).
(4) Nunca, nunca tendrás problema para encontrar alojamiento. Hay sitios de camping y hostales (Deutsche Jugendherbergen) por todo el país. Si quieres más lujo, hay casas de huéspedes y hoteles. Pero yo sólo me quedé en campsites y hostales. Las instalaciones fueron excelentes en todos, y los precios razonables.
(5) Los pueblos alemanes son hermosos, todos los edificios lucen perfectamente bien conservados y muchos datan de varios siglos atrás. Particularmente en Bavaria, casi todos los pueblos por los que pasé me parecieron muy atractivos y me sentí obligado a parar y dar una vuelta, aunque sea para tomar unas fotos.

Paisaje típico de Bavaria. Colina, bosque y una iglesia.

Sulzbach-Rosenberg, pueblito pintoresco en Bavaria
En mi última noche en Alemania me hospedé en el sitio más interesante, quizá, de todo el viaje: la fortaleza medieval de Trausnitz que desde 1997 es sede de un hostal (Deutsche Jugendherberge). Trausnitz es un pueblito de unas doscientas personas, apenas hay un restorán y ni una sola tienda. Pero me hospedé ahí porque me quedaba en el camino a la República Checa y no todos los días me puedo hospedar en una fortaleza medieval (a un precio razonable). Cuando llegué, me di cuenta que todo el hostal estaba tomado por niños de entre 7 y 10 años -había más de 100 de ellos! Eran de una escuela cercana, estaban realizando una excursión de su clase de historia. Al entrar a la recepción, surgió un reto: la encargada no hablaba inglés, ni menos francés o español. Tuve que emplear mis escasísimas palabras de alemán para darme a entender, además de mover mucho los brazos. Pero no hubo problema, y de cualquier modo al día siguiente la persona encargada sí hablaba inglés y al momento de pagar no hubo confusión.

El Albergue de la Juventud en Trausnitz, una ex-fortaleza
del siglo XIV. El 
Ya cuando estaba a punto de dejar Alemania, pedaleando sobre una colina, miré a mi izquierda (al norte) y vi que a unos cuantos kilómetros se alzaba sobre el valle otra colina, coronada por un hermoso pueblo medieval, con todo y castillo. Miré en mi mapa: se trataba de Leuchtenberg. Sin dudarlo, sin importarme la magnitud del desvío, me dirigí hacia allá. El pueblo no era cosa del otro mundo, pero encontré un restorán donde comí Currywurst y bebí una cerveza local por 7 Euros -una ganga. Luego seguí mi camino hacia el nuevo país.
Leuchtenberg. Vi el pueblo desde una distancia, y me dieron
ganas de ir ahí, aunque no me quedara de paso. Valió la pena.
A eso de las 4.30 PM finalmente llegué a la República Checa. Grabé los últimos dos kilómetros previos a la línea divisoria de los dos países:


República Checa!
Ya en la República Checa, me llamó mucho la atención que de pronto hubiera tantos anuncios espectaculares con mujeres semidesnudas. Strip clubs, bares de "teiboleras", o de plano burdeles, se anunciaban por todos lados en esos primeros kilómetros de territorio checo. También había muchos anuncios de casinos y de sitios de apuestas y cosas por el estilo. Y por supuesto, no faltaban los anuncios de  lugares de masajes estilo Thai. El primer pueblo checo por el que pasé, Rozvadov, parecía ser la capital checa del "pecado". Los demás pueblos checos que he visto no han sido para nada así, debe ser simplemente un mercado de servicios eróticos orientado a los alemanes que viven apenas a unos kilómetros.

En los primeros dos kilómetros en la República Checa vi
unos diez letreros de este tipo. Es obvio que estos negocios
están dirigidos a los alemanes (el letrero está en alemán).

Bueno, ahora estoy en Praga. Les recomiendo ver mi video de mi llegada a Praga. Próximamente estaré escribiendo sobre mis impresiones de esta hermosa ciudad, la capital del país y la sexta ciudad más visitada de toda Europa.

Llegando a Praga

Hoy llegué a Praga, la hermosa capital de la República Checa. En el camino alcancé la marca de los 6 mil kilómetros. Pronto escribiré mis primeras impresiones tanto del país como de su gran ciudad. Mientras tanto, les comparto este breve video de mi entrada a Praga, sin duda una de las joyas de Europa central.

 

26 sept 2012

Tres meses después

Esta semana cumplí 3 meses viajando en bicicleta. El 23 de junio comencé a pedalear mi queridísima Surly LHT en Penzance, Inglaterra. Hasta hoy he recorrido más de 5,700 kilómetros en ella, a través de 6 países (Inglaterra, Escocia, Francia, Bélgica, Holanda y Alemania). Hasta hoy, han sido 96 días de viaje: 68 pedaleando y 28 reposando, turisteando o socializando. En total, he pedaleado 304 horas, a una velocidad promedio de 18.3 km/h (puede parecer poco, pero es una velocidad bastante superior a la de los autos en la Ciudad de México!). En promedio, mi desplazamiento diario (sin contar los días de descanso) ha sido 84 kilómetros -más o menos la distancia del centro de la Ciudad de México a Cuernavaca. Abajo pueden ver el mapa del recorrido hasta ahora:


View Europe on my bike in a larger map


Inicié el viaje a principios del verano. Hoy estamos en otoño. A veces se siente frío en las mañanas, me ha tocado pedalear a menos de 10 grados centígrados. Ya estoy pensando en comprar ropa de ciclismo para el invierno, sobre todo pantalones y jersey ciclista de manga larga. Pero por el momento aún estoy bien con lo que tengo. Cuando tenga que traer la chamarra puesta todo el día, día tras día, pensaré en adaptar mi vestimenta. Confío en que el otoño en Europa central no será cruel, que se mantendrá en temperaturas razonables hasta cuando menos fines de octubre. Lo que me afecta de manera más directa es la reducción en las horas de luz. En los últimos días, la hora del atardecer ya se ha convertido en un factor importante para decidir dónde y cuándo parar para pasar la noche. En Koblenz literalmente me agarró la noche totalmente desprevenido: llegué a un hostal, ubicado en la cima de una colina, para que me dijeran que estaba lleno. Eran las 7 de la noche. Inmediatamente oscureció. Así, en la oscuridad, tuve que seguir pedaleando y eventualmente encontré un sitio de camping. Pero quiero evitar a toda costa tener que pedalear en la noche. Ello implica terminar mis días a las 5.30 PM. A fines de octubre, cuando se retrase el horario 1 hora (fin del horario de verano), tendré que acabar mi día ciclista a las 4 PM más o menos (e iniciarlo más temprano).

El look de náufrago, tres meses después

En la cima de esa colina está un hostal, cerca de Koblenz.
Cuando llegué, me dijeron que estaba lleno. Se hizo la noche.
Tuve que seguir pedaleando hasta encontrar un campsite.

Celebrando mis 3 meses de viaje con un platillo típico alemán...
cuyo nombre he olvidado. Pero básicamente es pescado (arenque),
huevo, papas y ejotes. Y una copa de vino blanco local.


He recorrido Alemania con rapidez. Entré al país el 15 de septiembre, proveniente de Holanda. He pasado por ciudades como Kleve, Dusseldorf, Colonia, Koblenz, Wiesbaden, Frankfurt am Main, Würzburg y Nuremberg. Primero bajé de norte a sur por el río Rin, y luego crucé de oeste a este por el río Main. Alemania ha sido un país de contrastes: mis primeros días atravesé la enorme región industrial del río Rin, en torno a la zona conurbada de Duisburg-Essen-Dortmund (a menudo denominada "la megaciudad del Rhine-Ruhr", con 11 millones de habitantes). Tras dejar atrás Colonia, pude disfrutar por primera vez de paisajes pintorescos y pedalear a lo largo del río Rin en relativa calma. Más adelante, viré hacia el este para subir las primeras colinas grandes desde Escocia. De hecho, en Alemania he tenido los dos días más duros, en cuanto a ascensos verticales, de todo el viaje: el 21 de septiembre, en el trayecto de Koblenz a Wiesbaden, subí 1532 metros! Un nuevo récord personal. En las montañas de Escocia, en el día más difícil de aquel recorrido a través de Gran Bretaña, mi ascenso total fue de 1355 metros (esto lo sé gracias al GPS, que mide la altitud en todo momento). Dos días después del trayecto Koblenz-Wiesbaden, cuando iba de Frankfurt am Main a Lohr, ascendí 1522 metros. Pero afortunadamente las piernas ya están bien entrenadas para este tipo de prueba física, y no me sentí agotado al día siguiente:

Los gemelos de las piernas han crecido de forma descomunal
En un par de días cruzaré de Alemania a la República Checa, dejando atrás Europa occidental para entrar en Europa central y oriental. Cuando yo nací, esa frontera formaba parte de la "cortina de hierro", que dividía a las naciones de Europa occidental (democracias liberales con economías de mercado) de las naciones de Europa central y oriental (regímenes socialistas alineados con la Unión Soviética). Hoy en día, prácticamente no existe una frontera entre la República Checa y Alemania; desdd 2004 la R. Checa es miembro de la Unión Europea y del tratado de Schengen (libre tránsito de personas en la UE). La R. Checa fue el primer país el ex-bloque socialista en alcanzar el estatus de país desarrollado según el Banco Mundial. De cualquier modo, los estándares de vida son ligeramente inferiores en la R. Checa respecto a Alemania y la mayoría de los países de Europa occidental, y los precios también son menores. En mi recorrido por este país visitaré ciudades como Pilsen (cuna de la cerveza homónima) y Praga, más algunas otras que iré descubriendo. Luego seguiré hacia Eslovaquia, nación que se separó pacíficamente de Checoslovaquia en 1993.

La pausa de media mañana para tomar un café helado, consultar
el mapa y leer un capítulo de un libro en mi Kindle
Los invito a revisar las fotos de todo el viaje en mi página de Flickr y checar mis videos en YouTube. El próximo post será redactado, seguramente, desde el otro lado de la ex-Cortina de Hierro. ¡Hasta pronto!

19 sept 2012

Siguiendo el Rin

Mi llegada a Alemania fue un tanto accidental. El sábado salí de Utrecht, Holanda con dirección este, y planeaba pasar la noche en Nijmegen -no porque hubiera algo especial, sino porque era una ciudad a unos 80 km de distancia y estaba iniciando mi día ciclista muy tarde (1 PM). En el camino un incidente menor: más o menos a dos tercios del recorrido un mosquito se me metió al ojo, mismo que se puso rojo y empezó a arder. No tengo espejo, y por lo tanto no podía saber en qué parte de la región ocular estaba el maldito insecto. Incluso, en mi desesperación, creí que quizá podía tomar una foto de mi ojo y así ubicar al animal. Como pueden ver abajo, la idea no prosperó.

El mosquito estaba debajo de mi párpado inferior
Afortunadamente, unos minutos más tarde encontré un café. Pedí un capuccino y de inmediato me dirigí al baño, donde con ayuda de un espejo pude retirar al intruso, que para entonces ya estaba bien muerto. Eso es lo que pasa cuando te quitas los lentes oscuros! En este viaje me han entrado ya muchos mosquitos a los ojos y a la boca (ninguna mosca, afortunadamente). Los lentes oscuros protegen tus ojos del polvo, el viento, el sol y los insectos volantes (tip de viaje!).

Llegué a Nijmegen a las 6 PM y comencé a buscar lugares para hospedarme. Usando el internet 3G de mi Kindle (que es gratis en todo el mundo!) busqué hostales. No había. Busqué sitios de camping. No había en muchos kilómetros a la redonda. Luego pensé, por qué tengo que quedarme en este sitio? Aún tenía energía, el clima era agradable, y aún tenía agua. Seguí pedaleando, y muy pronto crucé la frontera alemana. Como es usual, no había ningún tipo de monumento ni ninguna bandera, apenas un letrero indicando los límites de velocidad en el país y otro con la bienvenida al estado de Nordrhein-Wesftalen. Se trata del estado más poblado de Alemania (18 millones de habitantes) y también el más importante económicamente (contiene la enorme región industrial del río Rin, quizá la más grande de Europa).

El estado más poblado de Alemania me da la bienvenida
Unos 20 km luego de ingresar a territorio alemán llegué a la ciudad de Kleve. Usando mi Kindle y mi GPS, logré ubicar el albergue de la juventud (Jugenherberge). Estaba en lo alto de una colina, mi primer ascenso desde Francia. Al llegar al albergue, vi varias personas en el lobby, pero para mi desgracia la recepción estaba vacía. Había un letrero en alemán, no tengo idea qué decía pero incluía un número de teléfono. Supuse que decía que, en caso que la recepción estuviera cerrada, había que marcar a ese teléfono. Lamentablemente, desde Francia no tengo crédito en mi celular.

Pero, como siempre, la gente está ahí para ayudar (siempre y cuando ambas partes hablen inglés, u otro idioma común). Le expliqué mi situación a una pareja de alemanes de treinta y tantos años. Se ofrecieron a marcarle al gerente del albergue, a lo cual obviamente respondí que sí, que por favor lo hicieran. La noticia buena: sí había disponibilidad en el albergue. La mala: el gerente llegaría en una hora y media, y hasta esa hora yo tendría que esperar. Eran las ocho de la noche y yo estaba cansado tras haber recorrido 98 km. Pero la mala noticia se convertiría, como suele ocurrir, en una oportunidad de intercambio cultural. La pareja de alemanes me invitó a acompañarlos a uno de los comedores, para beber una cerveza. Ahí encontré un grupo de unos ocho o diez alemanes, todos amigos, originarios de Essen (una ciudad cercana, parte de la agolmeración Duisburg-Essen-Dortmund, la más grande de Alemania). Brindamos y me dieron la bienvenida a Alemania! Luego me preguntaron si había cenado, y me ayudaron a ordenar una pizza por teléfono. 

Para cuando llegó el gerente al albergue, yo ya había cenado y estaba socializando felizmente. El gerente, un señor de más de 60 años, hablaba un inglés excelente. Me indicó que tendría una habitación entera a mi disposición, por el módico precio de 18 Euros. Subí a mi cuarto y me pareció impecable, una habitación casi de hotel de tres estrellas, excepto por la ausencia de TV y el hecho que yo tuve que hacer mi cama (siempre es así en estos albergues). Fui a dormirme contento, con la emoción de estar en un nuevo país, rodeado otra vez de personas amables y generosas.

Una de las curiosidades de este albergue es que en el baño
hay letreros como éste.

La vista desde mi habitación del albergue en Kleve (Deutsche-
Jugenherberge Kleve) en lo alto de una colina.

Decidí quedarme 2 noches en Kleve porque, según yo, dedicaría un día entero a "aclimatarme" a Alemania, a planear mi ruta a través del país y a comprar un phrasebook de alemán para cuando menos aprender a leer y hablar palabras y frases esenciales. Lo malo es que olvidé que el día siguiente sería domingo, cuando casi todo cierra (excepto cafés y restoranes). No pude comprar mapas ni phrasebooks. Para colmo, el gerente del hostal me dio un voucher de 2 horas para el Wifi, al cabo de las cuales me quedé sin conexión a internet (y el gerente se fue a algún lugar por el resto del día). Así pues, luego de dar una vuelta por el pueblo volví al albergue y, como la cocina estaba cerrada con llave, tuve que preparar una pasta usando mi estufa de camping, en el jardín. En esas estaba cuando llegaron al hostal dos personajes que me alegraron el día. Martin y Chris, ingleses radicados en la bella ciudad de Durham, estaban pasando por Kleve en su recorrido de Metz (Francia) a Rotterdam (Holanda), siguiendo el río Rin hacia su desembocadura en el mar del Norte.   Yo ya estaba resignado a pasar un domingo solitario y aburrido, leyendo en la calma absoluta del jardín del albergue. Estos inesperados visitantes fueron lo mejor que me pudo haber pasado: platicamos sobre nuestros viajes en bicicleta, sobre Inglaterra y sobre la vida, literalmente hasta que nos apagaron la luz del hostal a las 10.30 PM. Intercambiamos bromas, anécdotas y recomendaciones de lectura. 

Martin y Chris, los ingleses (oriundos de Durham y Londres,
respectivamente) que conocí en el hostal de Kleve, Alemania.
Al día siguiente nos despedimos y partimos en direcciones opuestas, no sin antes intercambiar direcciones de e-mail. Yo me dirigí hacia Düsseldorf, pero antes pasé a una librería (buchhandlung!) a comprar mi atlas de carreteras de Alemania y mi diccionario inglés-alemán de bolsillo. Desde mi Kindle también compré un libro de alemán para principiantes (gramática básica y phrasebook), dado que no había libros para German-learners en la librería. Es verdad que poco podré aprender en los 10 o 12 días que esté en Alemania, pero lo que sea que aprenda será útil. Mi vocabulario crece día con día, hoy ya pude pedir un kebab en alemán. Aunque la inmensa mayoría de los alemanes hablan bien inglés, me he topado con varias personas (sobre todo mayores) que no lo hablan nada, nada. Al menos quiero ser capaz de decir de dónde soy y qué estoy haciendo. Ich bin Gabriel, ich bin Mexikaner. Ich bin mit dem Fahrrad unterwegs durch Europa. Ahora lamento no haber aprendido algo de alemán en la universidad!

Mi Kindle, desplegando mi libro de gramática básica del alemán,
y mi diccionario inglés-alemán (pensado para alemanes que
quieren aprender inglés y no al revés, por lo cual no me ayuda
con la fonética del alemán).
Pasé una noche en Düsseldorf, tras cruzar un sinfin de parques industriales, muchas ciudades y algunos campos de maíz. En Europa continental el maíz parece ser el cultivo más común, en contraste con Gran Bretaña (donde no recuerdo haberlo visto). Es increíble cómo se ha globalizado el maíz (y de muchos otros cereales y cultivos). En México siempre escucho que existen no sé cuántas variedades de maíz. Me pregunto cuántas se cultivan actualmente en Europa. En mi muy inexperta opinión, el maíz europeo es principalmente de la variedad amarilla, es decir, maíz dulce o "gringo", en contraste con el maíz blanco que predomina en México. Lo que no sé, es cómo lo comen (aparte de las ensaladas). Quizá sólo lo usan para alimentar animales.

Maíz alemán
Para llegar a Düsseldorf, capital de Nordrhein-Westfal, tuve que cruzar el río Rin. Pero no lo hice en uno de esos gigantescos puentes de acero. Preferí utilizar un pequeño ferry. El pasaje costó 1.80 Euros. En esta parte de Alemania el Rin tiene unos 500 metros de ancho. Aunque era más importante económicamente durante la era industrial, el Rin sigue siendo un río muy transitado. En diez minutos uno ve pasar al menos cinco embarcaciones, la mayoría de transporte de carga pero también cruceros turísticos.

Así crucé el río Rin, en un mini-ferry. 80 centavos de Euro por viaje.

Düsseldorf, capital de Nordrhein-Westfalen
En Düsseldorf sólo estuve una noche, y al día siguiente continúe pedaleando al lado del Rin. Llegué a Colonia. Esta ciudad, la 4ª más grande de Alemania (después de Berlin, Munich y Hamburgo) cuenta con una famosa y espectacular catedral gótica, la más grande de Europa del norte y la 2ª más alta, con 157 metros del piso a la cúspide de sus torres (Ulm Minster, en el suroeste de Alemania, es la iglesia más alta del mundo, con una torre de 162 metros).

95% de Colonia fue devastada en la 2ª guerra mundial, pero la catedral, pese a sufrir daños considerables, resistió los bombardeos aliados. Hoy es el imán turístico de Colonia, que por lo demás no tiene muchos atractivos. De hecho, según Wikipedia esta catedral es el edificio más visitado de Alemania, con 20 mil visitantes diarios. La construcción de esta catedral inició en 1248 pero terminó en 1880. Sucede que en 1473, luego de 225 años de construcción, la obra fue abandonada por los siguientes 400 años! Si ustedes creían que la interrupción en la construcción del Hotel de México/WTC Ciudad de México había sido demasiado larga, la historia de la catedral de Colonia pone las cosas en perspectiva.  

La catedral de Colonia fue el edificio más alto del mundo
de 1880 a 1884, cuando Ulm Minster fue terminada

El interior de la catedral es aún más impresionante que su exterior. Los
vitrales son realmente espectaculares, narrando múltiples historias
de la Biblia.
Catedral de Colonia

Los próximos días: mañana jueves seguiré mi recorrido al sureste, siguiendo el río Rin, parando en Koblenz. El viernes o sábado estaré llegando a Frankfurt-am-Main. A partir de ahí, me dirigiré al este, hacia la República Checa. El otoño ya llegó con todo a estas latitudes y las temperaturas son notablemente más bajas que hace unas cuantas semanas. Por ello, no puedo demorar mucho en mi trayecto hacia Estambul.

18 sept 2012

Los países planos: Bélgica y Holanda en bici

Tengo una relación de amor-odio con las colinas. Subirlas puede ser una experiencia difícil, a menudo llena de frustración y de fatiga muscular. En Escocia, los ascensos de montaña en las Highlands me obligaban a tomar descansos cada dos o tres minutos en tramos con inclinación de hasta 20% (es decir, asciendes 20 metros verticales por cada 100 metros horizontales). No hay nada más frustrante que subir una montaña a 5 km/h mientras los autos te rebasan a 50 o 60 kp/h (los automovilistas deben creer que soy masoquista). Pero la satisfacción de conquistar la cima es enorme, y obviamente es proporcional a la dificultad del ascenso. Y luego del ascenso, viene el descenso, que no hace sino exacerbar tu alegría desbordante.
Las montañas le dan sabor a la experiencia ciclista
Las montañas también son importantes por otras razones. En primer lugar, al subirlas tienes vistas panorámicas de las regiones circundantes. En segundo lugar, te permiten transitar de una región geográfica a otra -normalmente de un valle a otro- con cambios tangibles en el estado del tiempo, la vegetación, la fauna y el viento. Y en tercer lugar, las colinas -las subidas y bajadas- te permiten pensar en tu trayecto como una serie de pequeños retos, acompañados de recompensas inmediatas.

Ciclovía en Holanda. Una excelente infraestructura ciclista no
necesariamente se traduce en paseos interesantes... 


¿Qué tiene que ver todo lo anterior con mi viaje? Que Bélgica y Holanda, pese a ser los países más "cycle-friendly" que he visto hasta ahora (con la mejor infraestructura ciclista, y el mayor número de ciclistas en las calles y carreteras), son aburridos precisamente porque son países planos, sin colinas. Nunca había visto tantas ciclovías (literalmente, cada calle y carretera tiene una), pero nunca imaginé que pudiera ser tan aburrido pedalear en ellas! Son paisajes absurdamente planos, carentes de rasgos distintivos, "featureless" dirían nuestros vecinos del norte. Pedealeas cuatro o cinco horas en ciclovías al lado de carreteras muy transitadas, cruzando parques industriales, suburbios sin fin, campos monótonos (maíz, vacas, cebollas, trigo) y cuando llegas a tu destino te preguntas qué diablos hiciste todo el día. No, no les recomiendo viajar en bici en estos países, no es interesante, aunque moverse al interior de sus ciudades en bicicleta es una delicia (bueno, a veces hay tantos ciclistas que te pones nervioso, estás a punto de chocar con ellos en cada cruce y muchos van hablando por celular). 

Ahora estoy en Alemania, donde sí hay colinas. Mi experiencia en Bélgica y Holanda fue muy grata, pero pedalear en esos países no fue muy interesante. Iniciando en Dunquerque, Francia, visité (en este orden) Brujas, Gante, Bruselas y Amberes en Bélgica, y luego Rotterdam, Amsterdam y Utrecht en Holanda. Todos estos lugares valen la pena, y hay muchos otros destinos de primer nivel en estos países, pero transportarse en bici en ellos no es necesariamente una experiencia fascinante. He hablado con otros ciclistas sobre este tema y concuerdan conmigo, Bélgica y Holanda no son los destinos más emocionantes para recorrer en bicicleta. 

Observar la operación de los canales navegables y sus sistemas de exclusas
fue una de las cosas más interesantes en estos países. Hay una gran cantidad
de canales, construidos a partir de la Revolución Industrial en el siglo XIX, que
en ocasiones se comunican a través de sistemas de exclusas como el de la foto
para resolver las diferencias del nivel de agua. 
Bueno, ya hablé suficiente sobre la carencia de relieve de la topografía de Bélgica y Holanda, un hecho geográfico sobre el cual no pueden hacer nada. Pero ahora voy a reconocerles una cosa a estos países: son un ejemplo mundial en cuanto a promoción del uso de la bicicleta y de la movilidad sustentable. Nunca he visto países con una mejor infraestructura para ciclistas: ciclovías, señalizaciones (destinos de direcciones y su distancia, semáforos, etc), estacionamientos públicos (y gratuitos) para bicis en casi todas las calles, reglas de tránsito que favorecen al ciclista y lo protegen, y que son obedecidas por los automovilistas y peatones. Es realmente increíble que prácticamente todas las calles y carreteras cuenten con una ciclovía o un ciclocarril (o será que es algo muy sencillo, pero que a los gobernantes de casi todas las ciudades del mundo no les interesa realmente?). 


Gracias a esta infraestructura física y jurídica, Bélgica (cuando menos Flandes) y Holanda son dos de los países con mayores niveles de uso de la bicicleta para realizar trayectos cotidianos. Desde la infancia hasta la vejez, la gente en estos países usa la bici para ir a la escuela, al supermercado, al trabajo, a visitar amigos, o incluso para llegar a las fiestas, bares y discotecas. En estos países el uso de la bicicleta nunca ha sido estigmatizado o asociado a un bajo estatus social (en contraste con lo que sucede en México, donde mucha gente usa la expresión "pueblo bicicletero" para referirse despectivamente a un pueblo poco "moderno"). Quizá deberíamos aprender de ellos, antes de que sea demasiado tarde. 

Todo mundo en la bici! Amberes, Bélgica
Mapa completo de mi recorrido por Bélgica y Holanda, en forma de "S", con longitud total de aproximadamente 450 kilómetros:



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16 sept 2012

Reencuentro con Tintín

« Au fond, vous savez, mon seul rival international, c’est Tintin ! Nous sommes les petits qui ne se laissent pas avoir par les grands»

"En el fondo, usted sabe, mi único rival internacional, es Tintín! Nosotros somos los dos pequeños que no se dejan jalonear por los grandotes." 

-General Charles de Gaulle, presidente de Francia (1959-1969) en una entrevista en 1969 con André Malraux

La experiencia más importante de mi visita a Bélgica no ocurrió sobre el sillín de la bicicleta. Fue la visita a al Museo Hergé -el museo de la vida y obra del creador y autor de la serie de dibujos animados Las Aventuras de Tintín- en Louvain-la-Neuve, una ciudad universitaria a unos 30 km al sureste de Bruselas. El domingo pasado dediqué la mayor parte del día a visitar este museo (de hecho, hice una pausa para comer durante mi visita al museo, y luego volví con el mismo boleto). El museo cumplió con mis expectativas: hoy comprendo mucho mejor la obra de Hergé y en particular el contexto de Las Aventuras de Tintín, una obra fundamental para entender la evolución de la conciencia occidental en el Siglo XX. Hoy en día Tintín ha sido traducido a más de 60 idiomas y se han vendido más de 200 millones de álbumes en todos los rincones del mundo. Es, junto con la cerveza y el chocolate, el mayor regalo de Bélgica al mundo, y Hergé es quizá el belga más célebre de la historia. Tintín, como señalaba Charles de Gaulle, es un héroe europeo de carácter universal.
Nuestro héroe Tintín y su leal
amigo y mascota, Milú

Pero, ¿qué es Tintín? ¿acaso no se trata de una serie más de dibujos animados, una de muchas tantas? No voy a decir que Tintín es superior o fundamentalmente distinto de todos los otros cómics, pero creo que hay elementos que lo hacen especial. En mi opinión, lo increíble de Tintín es que lo puedes leer y releer muchas veces, y te sigue divirtiendo. Es una obra de muchas capas, como una cebolla. Cuando lees Tintín a los ocho o nueve años, te enfocas en las aventuras, la acción, el peligro y el riesgo, la lucha del bien contra el mal, y las situaciones cómicas. No importa si vives en México o en Noruega o en Namibia: las aventuras de Tintín  son universalmente divertidas y, los valores que transmite (amistad, lealtad, honestidad, honradez, la defensa de los débiles ante los abusos de los poderosos) no conocen fronteras.


Tintín fue el primer hombre en caminar
en la Luna... en 1954, 15 años antes de
Neil Armostrong y el Apollo 11
Cuando relees Tintín unos años más tarde, digamos en la adolescencia, las cosas se ponen más interesantes. Al ubicar cada álbum en su contexto histórico (todos datan de entre 1929 y 1986) comienzas a notar la evolución de la conciencia política de Tintín y de Hergé, que de cierto modo refleja también la evolución de la conciencia europea en el Siglo XX. Por ejemplo, Tintín en el Congo (1930) muestra la visión del colonialismo que se tenía en la Europa de la época: se creía, incluso en círculos educados y progresistas, que las naciones europeas tenían el deber de civilizar África, y que en el fondo los africanos eran prácticamente niños y por lo tanto merecían ser tratados de forma paternalista. Es un álbum racista, que refleja la mentalidad europea de la época. Los estereotipos y clichés sobre países extranjeros y culturas no-occidentales abundan en los primeros cuatro álbumes.

Gradualmente, la conciencia política e histórica de Hergé evoluciona y su postura respecto al colonialismo europeo cambia por compleo. En El Loto Azul (1936) ya vemos una crítica frontal al colonialismo europeo en China, y Hergé se mofa sobre los estereotipos sobre China que predominaban en Europa en aquel entonces. También critica, en El Cetro de Ottokar, los movimientos fascistas de los años 30, y en la posguerra condena y ridiculiza los regímenes totalitarios y autoritarios tanto en Europa como en América Latina. Las narrativas políticas de los álbumes de la post-guerra también son más sofisticadas, al dejar atrás los maniqueísmos burdos (buenos vs malos) que predominan en los primeros álbumes. Aparecen personajes ambiguos, difíciles de descifrar, en quienes Tintín no sabe si debe confiar. Lo único que es constante a lo largo de toda la serie es el humanismo y la conciencia ética de Tintín (ver la cita de De Gaulle que puse arriba) pero el contexto en el que se desempeña cambia profundamente con el paso de los álbumes (es decir, con el paso del tiempo). En en décadas y siglos futuros, los historiadores y sociólogos encontrarán en Tintín elementos muy valiosos para entender el pensamiento político europeo en el Siglo XX.

El Museo Hergé en Louvain-la-Neuve, Bélgica

Pero creo que lo más valioso de Tintín es que es una obra que siembra una fascinación perdurable por el mundo, sus culturas y sus pueblos. Tintín te inspira a viajar, a descubrir este mundo tan diverso y a tratar de apreciarlo y entenderlo. A los ocho años mis padres me regalaron el álbum Tintin en América, y de ahí me seguí con todos los demás títulos de la serie. En gran medida, Tintín forjó mi visión del mundo y sembró en mi una conciencia, aunque sea tenue, de temas que después estudiaría en mayor detalle en el colegio y la universidad, como el colonialismo, el autoritarismo y la discriminación racial. Con Tintín viajé a todos los continentes, e incluso pisé la Luna, sin siquiera tener que salir de mi casa en la Ciudad de México. Sin duda, el viaje en bicicleta que actualmente estoy realizando es en parte el resultado de haber leído y releído Tintín desde la infancia: Tintín te enseña que el mundo está ahí para ser explorado, y que un sinfín de aventuras esperan a quien decide dar el salto hacia afuera. 

10 sept 2012

Mapa del recorrido completo

Aquí está un mapa inédito de mi recorrido hasta ahora (10 de septiembre). 4633 kilómetros pedaleados en cuatro países (Escocia, Inglaterra, Francia y Bélgica). Han sido 80 días en total: 56 días de pedalear y 24 días para descansar, turistear, socializar y demás. En el mapa, más que marcar mi ruta exacta (las carreteras que tomé) estoy marcando los lugares donde pasé la noche (pueblos, ciudades, aldeas). Las marcas azules son los lugares donde me hospedé en la primera etapa del viaje (cruzar Gran Bretaña de sur a norte). Las marcas rojas son sitios donde me hospedé en la segunda etapa (cruzar Gran Bretaña de nuevo, de norte a sur). Y finalmente, las marcas verdes son las de la etapa actual: cruzar Europa de oeste a este, comenzando en Cherbourg, Francia!



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El país que no quería serlo: Bélgica

"¿Qué te viene a la mente cuando piensas en mi país, Bélgica?" le pregunta Chris, un bruxellois (nativo de Bruselas), a David, un francés con quien comparto la habitación del hostal. En un segundo, David responde: "Un país absurdo". Chris, obviamente habituado a ese tipo de respuesta, esboza una sonrisa. Yo simplemente escucho y miro, perplejo.

Mañana salgo de Bélgica. Llegué a este país hace ocho días, proveniente de Francia. Visité Brujas, Gante, Bruselas y Amberes. Es un país pequeño, y puedo decir que prácticamente lo he recorrido de este a oeste y de norte a sur, visitando sus principales ciudades. Pero aún no logro responder la pregunta: ¿Qué es Bélgica? Voy a explicar por qué.

Con una extensión similar a la del estado mexicano de Guanajuato (30 mil kilómetros cuadrados), y con una población de 11 millones, Bélgica es un lugar muy interesante. Para empezar, es una nación muy nueva  (creada en 1830) en el corazón de un continente de naciones muy viejas. Luego, es un país sin idioma propio, que está dividido en dos regiones que hablan idiomas distintos: en Flandes (Vlandereen), la región norte, se habla holandés (el idioma oficial, aunque algunos lo llaman "flamenco") y en la Valonia (Wallonie), la región sur, se habla francés. En la capital, Bruselas, se habla predominantemente francés, aunque es oficialmente una ciudad bilingüe y se ubica en la región flamenca. 

Los flamencos son culturalmente muy cercanos a los holandeses, y los valonios a los franceses. ¿Por qué, entonces, Bélgica existe como país? Es como si entre México y EUA hubiera un tercer país, habitado tanto por americanos como por mexicanos. Bueno, un belga me dijo en un hostal en Francia que Bélgica fue concebida como un búfer entre Holanda y Francia: como era territorio en disputa, decidieron convertirlo en nación independiente. No sé si es una explicación rigurosa, pero en todo caso lo dijo un belga, y los detalles de la creación de este país escapan mi conocimiento en este momento.

Abajo pueden ver un mapa de Bélgica: la región de habla holandesa (Flandes) está pintada de amarillo, la región de habla francesa (Valonia) está pintada de rojo, y Bruselas (bilingüe, francés y holandés) es el polígono naranja. En el extremo sureste de Bélgica hay una pequeña comunidad de germano-parlantes (0.70% de la población, 75 mil personas) en la región oficialmente francófona:


Amarillo: Flandes, Rojo: Valonia, Naranja: Bruselas,
Franjas rojas y azules:  localidades de habla alemana.

La división lingüística de Bélgica es cosa seria. Los flamencos y los valonios no se quieren. En los años 60 el país se dividió formalmente en las regiones que acabo de describir. En Flandes los letreros están en holandés, en Valonia están en francés, y en Bruselas están en los dos idiomas (aunque la publicidad, que refleja lo que la gente realmente habla, está casi toda en francés). Flandes es una región considerablemente más rica e industrializada que la Valonia, y esta última depende mucho del sistema de bienestar social del gobierno federal belga.

Cuando llegué a Bélgica, apenas encontré un letrero que
me daba la bienvenida a Flandes... en holandés, claro.

Entre 2007 y 2011 Bélgica estuvo sumida en una profunda crisis política, que parecía que podría resultar en la escisión (separación) de Flandes, que al parecer ya no quería seguir apoyando a sus hermanos francófonos. Estos últimos ya estaban preparados, en caso de la independencia flamenca, para unirse a Francia, convirtiéndose en la región 28 de la nación gala (con la cual la Valonia tiene tanto en común). Es decir, durante un tiempo parecía que la desaparición de Bélgica era un escenario posible: Flandes hubiera permanecido como nación independiente, y la Valonia hubiera sido anexada por Francia (las localidades de habla alemana hubieran sido absorbidas por Alemania). Pero a final de cuentas no fue necesario tomar una decisión tan drástica. Luego de 541 días sin conformar un nuevo gobierno, luego de las elecciones de mayo de 2010, en diciembre de 2011 Bélgica puso fin a su crisis política. Flandes quería mayor autonomía, y lo logró. Veremos qué pasa. Por lo pronto, Bélgica sigue siendo, más que una nación, un país dividido en dos naciones, los flamencos y los valonios.

La primera vez que vi este letero me saqué de onda. Claramente me
competía a mí (ciclista). Qué es UIT-GE-ZON-DERD? Luego averigüé
que quiere decir "excepto". O sea, que yo sí puedes transitar por ahí. Bien!

Los reyes de la cerveza

Otra cosa interesante de Bélgica es que esta diminuta nación del tamaño de Guanajuato, y de sólo 11 millones de habitantes, domina la industria global de la cerveza, y también produce -discutiblemente- las mejores cervezas del mundo. La cerveza es una de las pocas cosas que une a los flamencos y valonios: quizá no sean muy nacionalistas, pero los belgas defenderán siempre la supremacía -en cantidad y calidad- de la cerveza belga. La empresa de cerveza más grande del mundo -Anheuser-Busch InBev- es mayoritariamente belga (parcialmente brasileña) y está basada en Leuven, en Flandes, Bélgica. Esta empresa, por sí sola, controla 25% del mercado mundial de la cerveza. Y, si eres mexicano, quizá te interese saber que este año Anheuser-Busch InBev va a comprar Grupo Modelo, por nada más 20 mil millones de dólares. Será la transacción corporativa más grande en la historia de México. Los belgas serán propietarios de la marca Corona, que es la marca mexicana más conocida en el mundo. Nada más y nada menos. 

Además de tener la mayor empresa cervecera del mundo, Bélgica produce el mayor número de variedades de cerveza. Según un excelente artículo de The Economist (diciembre 15, 2011): 1131 cervezas disponibles comercialmente hasta el año pasado. Desde que estoy en Bélgica he probado muchos tipos de cerveza (es lo que uno viene a hacer aquí, no?). Las mejores son las que producen los monjes (sí, los monjes) de la orden trapista (no es broma). Sólo hay siete monasterios trapistas que producen cerveza, seis de ellos en Bélgica.

Cerveza Chimay, mi favorita. Producto
de los monjes trapistas en la ciudad homónima,
en la Valonia (sur de Bélgica).
Bélgica también es líder mundial en otros campos. El chocolate belga es quizá el mejor del mundo, junto con el suizo (pero no sé si hay forma de medir la calidad objetivamente). Bélgica también domina en el negocio de los diamantes (por siglos, Amberes ha sido la capital mundial de estas joyas) y es la cuna de las papas a la francesa (que deberían ser llamadas papas a la belga, aunque suene raro). Las ciudades belgas están llenas de tiendas de papas fritas, pero aquí nadie las come con catsup: hay una gran variedad de salsas disponibles, para aderezar las papas. La mejor que he probado es la salsa andaluz: mayonesa, catsup y pimiento. 

Pommes-1.jpg
Delicatessen belga

Pero, en mi muy humilde opinión, lo más curioso de Bélgica es la incongruencia entre lo mucho que han logrado y lo poco que se enorgullecen de su país. No me refiero sólo a la cerveza, las papas fritas, los ostiones o el bordado flamenco. No: me refiero al hecho de que Bélgica es una de las naciones más prósperas del mundo, y también una de las más cosmopolitas. Para clarificar este último punto, veamos el tema de los idiomas: los belgas hablan, en promedio, entre 3 y 4 idiomas. Muchos hablan mucho más. Todos hablan holandés, francés e inglés. Muchos otros también dominan el alemán y el español. De hecho, Bélgica es el único lugar de todo el viaje donde he hablado español con personas que no hablan español como lengua nativa. No es mi intención componer una "oda a Bélgica" en este espacio, sólo indicar que los belgas deberían ser un poco menos cabizbajos sobre su país: tienen dinero, tienen cerveza, tienen papas fritas, hablan muchos idiomas, y además Bruselas es la capital política de Europa. Poca cosa?

Ahh! Hay algo más. Bélgica le obsequió al mundo algo mucho más valioso que todo lo anterior: Tintín. Pero de eso hablaré en el siguiente post...



Todo el viaje, en fotos

Por fin organicé mis fotos de los cuatro países que he recorrido hasta ahora -Inglaterra, Escocia, Francia y Bélgica- en mi página de Flickr. Para poder compartir estas fotos mi modesta audiencia no-hispanoparlante, he decidido escribir las descripciones y títulos en inglés. Los álbumes de Escocia e Inglaterra están aquí, los de Francia están aquí y los de Bélgica aquí. Espero los disfruten, y recuerden que sus comentarios son bienvenidos!

Gante, Bélgica

Au revoir la France!

Después de pasar dos semanas en Normandía, el pasado lunes 3 terminé mi recorrido por Francia a toda velocidad, cruzando los departamentos de Picardía, Paso de Calais y Norte (Nord) sin detenerme más que para dormir y para tomar una que otra foto en algún pueblo pintoresco. Partiendo de Rouen en dirección noreste, bastaron 3 días para recorrer 369 kilómetros y así llegar a la famosa ciudad medieval de Brujas en Bélgica. Fueron los 3 días más intensos en la bicicleta, pero la geografía y los elementos naturales fueron generosos conmigo: las colinas se volvieron cada vez más pequeñas, hasta desaparecer por completo al norte de Pas de Calais, y no llovió ni un sólo día (pese a los persistentes cielos nublados).

Este letrero indica que ya estás en Bélgica. Sí, así de discreto.
Los belgas no son para nada nacionalistas. Ni siquiera una bandera.

A continuación un mapa de mi ruta en Francia. Bueno, más que delinear exactamente mi ruta, puse marcadores en los sitios donde me hospedé al menos una noche. En St. Pierre-sur-Dives, y en Honfleur, pasé dos noches pero realicé un paseo circular (circuito) por la región. En Cherbourg estuve 3 noches, en Caen también 3, en Rouen 2, en los demás sitios sólo pasé una noche:


View Cycling France in a larger map

En total, en Francia recorrí 1004 kilómetros en poco más de 49 horas de pedaleo. Esto quiere decir que mi velocidad promedio en el país fue de 20.3 kilómetros por hora -cifra significativamente más alta que los 17.6 km/h que promedié en Gran Bretaña. En parte, esto se debe a que ahora tengo mejor condición física que hace un mes o dos, pero sobre todo a la ausencia de montañas en mi recorrido por Francia. Si quieren ver las estadísticas de mi recorrido por Francia -y de hecho, de todo el viaje hasta ahora- sólo deben hacer click aquí. Disfruté mucho mi recorrido por Francia. No hubo accidentes ni problemas. Cuando entré al país el odómetro (que mide la distancia total recorrida por la bicicleta, como si fuera un auto) marcaba 3380 kilómetros, y cuando crucé a Bélgica marcaba 4384.

Francia es un país extraordinario y también es un paraíso para quienes viajan en bicicleta. En el camino me crucé con grupos de ciclistas, principalmente personas de más de 50 o 60 años (no siempre cargando su equipaje -tenían una camioneta con chofer que lo transportaba cada día a su hotel). Creo que viajar en bicicleta es, de hecho, más fácil en Francia que en Gran Bretaña, por la mayor densidad de automóviles por kilómetro de carretera en este último país. Francia tiene una densa red de carreteras principales, secundarias y rurales, todas en excelente condición, por lo cual es posible elegir rutas donde prácticamente no tienes que compartir el camino con vehículos motorizados.

Panorámica de Le Tréport, ciudad costera en
 el extremo norte de la Alta Normandía