26 sept 2011

Aterrizaje en Sofía

Sofía, Bulgaria. Mayo 2010

Al llegar a un alto la minivan se detuvo. El conductor me miró, señaló hacia su izquierda -hacia el sur- y dijo "Tsentr!". Era mi destino. Los demás irían a hoteles, a residencias, a apartamentos. Yo sólo había pedido que me llevaran al centro, porque no sabía a dónde ir. Ahora tenía que bajar de la minivan y seguir a pie. Sin salir de mi estupor, busqué mi backpack en la cajuela y la eché sobre los hombros. Crucé la calle y comencé a andar hacia el sur, en la dirección señalada por el conductor. Sólo supe que estaba en Bul. Княгиня Мария Луиза cuando, minutos después, me detuve a mirar mi mapa. Frente a mis ojos desfilaban elegantes edificios en tonos pastel, mezquitas de piedra y ladrillo, y una infinidad de enigmáticos letreros en caracteres cirílicos que yo me esmeraba en entender. Estaba cansado, pues no había dormido la noche anterior, y comenzaba a tener dudas sobre la situación en la que estaba: por qué había viajado a un país con un idioma tan raro, tan incomprensible, escrito en un alfabeto chistoso y críptico? Eventualmente pude leer algunas palabras. Creo que la primera fue "Parking", la vi en un letrero afuera de una mezquita:

La palabra inferior en el letrero dice "Parking". Atrás se ve la
mezquita Banya Bashi, de 1576. Es el corazón de Sofía
Llegué a Sofía procedente de Londres en el vuelo de las 6 de la mañana. No pude dormir en Londres, pasé la noche sentado en un área de espera del aeropuerto de Gatwick, así que aterricé en Sofía en condición de zombie. Pero a pesar de mi cansancio, a mi llegada a Bulgaria no pude dejar de sentir una mezcla de confusión y fascinación por su descomunal y bizarro alfabeto, con el cual nunca me había confrontado en 24 años de vida...

Muchos idiomas se escriben en el alfabeto cirílico en la actualidad, pero fue en Bulgaria donde nació. Al parecer, en el siglo X los investigadores lingüísticos de la escuela literaria de Preslava decidieron mejorar el alfabeto glagolítico que los monjes Cirilo y Metodio -o más bien sus discípulos- habían creado algunos siglos atrás en lo que hoy es Macedonia. A su vez, el alfabeto glagolítico había sido construido sobre la base del alfabeto griego, pero modificado para servir las necesidades de las lenguas eslavas. El alfabeto cirílico no tiene entonces mucho que ver directamente con San Cirilo sino con los eruditos financiados por el rey Boris I de Bulgaria. Naturalmente, los búlgaros que conocí estaban orgullosos de haber aportado el alfabeto cirílico al mundo -aunque estaban desilusionados de que mucha gente lo llamara el "alfabeto ruso"!
Cuántas letras identificas en este tranvía? Si quieres conocer el alfabeto búlgaro cirílico, haz clic aquí

En realidad hoy en día no existe un solo alfabeto cirílico, sino muchos conjuntos de caracteres que que han evolucionado para satisfacer las necesidades fonéticas y de escritura de varios idiomas. Así, el alfabeto cirílico ruso tiene 33 caracteres mientras que el búlgaro sólo tiene 30. El serbio, por su parte, tiene 30 caracteres en su versión cirílica -incluyendo sonidos únicos como "Nje", "Dzhe", "Lje", "Dje" y "Tshe" (Њ,ЋЉ, Џ, Ђ). Pero mientras que el serbio se escribe tanto en cirílico como en latín, el búlgaro únicamente se escribe en cirílico. De los tres alfabetos cirílicos que conozco, el búlgaro es el más sencillo pues se pronuncia como se lee. Generalmente, si le dedicas dos horas a aprender el alfabeto y su pronunciación, no tendrás problemas para pedir cosas muy básicas en Bulgaria (pedir direcciones, pedir la cuenta, dar las gracias y pedir algo por favor, comprar un boleto de tranvía, etc.)



Dónde dormiré esta noche?
Aquella mañana vagué sin rumbo por el centro de Sofía, y poco a poco mi cansancio cedió a la fascinación y la admiración: aunque no había dormido la noche anterior, me emocionaba la posibilidad de abarcar muchos siglos con una sola mirada. Sin quererlo, comencé a recorrer un tramo importante de la historia espiritual y religiosa de Sofia: un instante pasaba junto a la mezquita Banya Bashi, del siglo XVI, y poco después ya estaba frente a mi la iglesia de San Jorge, construida por los romanos en el siglo IV. Seguí caminando y llegué a la entrada de la basílica de Santa Nedelya, una construcción del siglo X que ha sido destruida y reconstruida varias veces. Finalmente llegué a las dos iglesias más importantes de la ciudad, la catedral de la Hagia Sofia (sí, se llama igual que la famosa iglesia-mezquita-museo de Estambul porque Hagia Sofia significa "Santa Conocimiento" en griego) y la catedral Alexander Nevsky, que es por mucho la más grande e imponente de Sofía (y una de las iglesias ortodoxas más grandes del mundo). Apabullado y a la vez emocionado por tanto patrimonio histórico, me senté en una banca en un parque y comencé a buscar en mi guía Lonely Planet un lugar donde hospedarme.

Catedral Alexander Nevsky, siglo XIX

Iglesia de San Jorge, siglo IV

Mezquita Banya Bashi, siglo XVI

Iglesia Sveta Nedalya, siglo X (reconstruida siglo XIX)

Catedral Hagia Sofia, siglo VI
Al final opté por el Hostel Kervan, un encantador y apacible refugio con todos los lujos y comodidades que me eran necesarios: un dormitorio limpio y agradable, una cama cómoda y limpia, un baño amplio y con agua caliente. El staff del hostel era amable y dispuesto a darme tips sobre la ciudad. Y el desayuno estaba incluido en la modesta tarifa de 10 euros la noche! Sí, eso es lo que cuesta el alojamiento básico y austero en una capital europea. Para qué hace falta más? Esa tarde logré conciliar el sueño durante varias horas y luego desperté, plenamente recargado, para continuar explorando una ciudad que probablemente sea una de las capitales europeas más subvaluadas y menos comprendidas.  
La cocina-comedor del Hostel Kervan, un tranquilo y acogedor hostal en el centro de Sofía

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