El fin de semana pasado visité a mi amigo Stanislav en su hogar en České Budějovice, a unos 160 km al sur de Praga. Conocí a Stanislav en Bruselas, hace poco más de un mes, y le emocionó mi visita a la República Checa. En Praga, donde él estudia, nos vimos un día y me dio un breve tour del centro histórico. Luego me extendió una invitación para pasar el fin de semana en su hogar en su ciudad natal. Al no tener inconveniente, acepté. Dos días ciclísticos fue lo que tardé en llegar, cruzando los hermosos bosques multicolores del otoño bohemio.
En un inicio, creí que sería un fin de semana "casero", idóneo para recargar fuerzas, dormir mucho y disfrutar del confort de un hogar real, algo que un viajero que lleva varios meses moviéndose puede llegar a necesitar. Pero Stanislav tenía otros planes: quería realizar una excursión en bicicleta a Klet, una montaña de 1084 metros de altura sobre el nivel del mar, ubicada a unos 30 km de České Budějovice. Por un lado, la idea de utilizar mi fin de semana para seguir pedaleando me parecía poco atractiva. Pero por otro, subir esta montaña implicaba un reto, conquistar la cumbre más alta del viaje (claro, con la bici sin equipaje!). Me gustan los retos, así que acordé sacrificar mi reposo sabatino para salir a realizar el ascenso más largo. Stanislav ya había realizado este ascenso varias veces y me informó que en la cima de la montaña había un restorán, donde podríamos almorzar y disfrutar la vista del sur de Bohemia e incluso más allá. ¿Qué mejor que eso? Estaba decidido, iríamos a subir la montaña.
La gran antena de radio anuncia la cumbre de Klet, una de las montañas más altas del sur de Bohemia (1084 msnm) |
Aunque yo llevo casi cuatro meses pedaleando diariamente distancias considerables, cargando con 25 kg de equipaje, me sorprendió notar que la condición física de Stanislav era tan buena como la mía -si no es que mejor. Desde las primeras laderas de Klet (la montaña) noté cómo me costaba trabajo mantenerle el ritmo a mi amigo. Pero no era una carrera. Eventualmente, acordamos que él iría adelante, y que debería esperarme en toda intersección, para evitar que yo me perdiera. Este sistema funcionó, pues me quitó de encima la presión de seguirle el paso.
Stanislav en ascenso, siempre al frente |
Iniciamos el día a poco menos de 400 metros de altitud, en České Budějovice, y poco a poco fuimos ascendiendo las faldas de Klet, para después internarnos en sus pendientes boscosas, por el costado sur. Mi GPS registraba la altitud en todo momento. Me emocioné al cruzar los 700 metros, que hasta ese entonces era la mayor altura que había alcanzado pedaleando en todo el viaje. Pronto ya estábamos a 900 metros, luego a 1000! Definitivamente, ascender una colina sin equipaje es mucho más sencillo, aunque aún así el sudor ya empapaba mi cara.
Vista desde la cima |
Finalmente llegamos a la cima: 1084 metros. En la cima había una torre-observatorio, un restorán, antenas de radio y TV, y un observatorio astronómico. Después de celebrar nuestra mini-hazaña deportiva efusivamene, nos dirigimos hacia el restorán, hambrientos.
Stanislav (derecha) y su servidor |
Pero fue entonces que encontramos una cruel sorpresa: la fila para el restorán era enorme. No había meseros, este lugar era como un McDonalds: había que ordenar y pagar en caja, y luego esperar la comida. Tardamos media hora en llegar a la caja e ingresar nuestra orden. Para entonces el hambre ya hacía estragos en nuestros estómagos y mentes. No podía dejar de pensar, ¿por qué había tanta gente en esta maldita montaña? En el momento, estaba convencido de que el verdadero reto del día no había sido subir 700 metros verticales a la cima de Klet, sino ayunar durante casi una hora (diferencia entre la hora en que ingresamos al restorán y la hora que empezamos a comer) en condiciones de deportista hiper-hambriento! Pero al final la comida llegó, y tragamos hasta saciar todo indicio de hambre. Luego bajamos la colina, y nos dirigimos al famoso y turístiquísmo pueblo de Český Krumlov, cuyo centro histórico es Patrimonio Cultural UNESCO.
El castillo de Cesky Krumlov, obra del siglo XV propiedad de la familia Scharzenberg. |
Panorámica de Cesky Krumlov |
Tres osos enormes resguardan el castillo. Es en serio. |
A las 5.30 PM emprendimos el regreso hacia České Budějovice. Era un trayecto de 30 km. Sabíamos que la noche nos alcanzaría en algún punto. Pero no había de otra, se nos había hecho tarde y ahora había que pedalear. Así estábamos, cuando se me ponchó una llanta a los 7 u 8 km. Fue Ley de Murphy: no había tenido una ponchadura en 5 mil kilómetros, pero el día en que olvidé llevar una cámara de repuesto (y herramientas), ese día sufrí una ponchadura. Mal karma, o qué? No podía hacer nada al respecto. Afortunadamente, Stanislav pudo llamar a su mamá, quien a su vez envió a su hermano a nuestro rescate, en una furgoneta Renault. El hermano llegó, montamos las bicicletas al auto, y partimos.
Al día siguiente, con calma (era domingo), reparé la bicicleta y logré encontrar la astilla de madera que había causado la ponchadura. Luego me despedí de Stanislav (quien ese día regresaba a Praga) y de su familia, y continué con mi recorrido. Quizá no descancé mucho en casa de mi amigo, pero me fui con la satisfacción de haber realizado el ascenso más largo de todo el viaje, y de haber conquistado la cumbre más alta. Un día de estos tendré que realizar otro ascenso semejante, pero desgraciadamente tendré que realizarlo con todo mi equipaje a cuestas!
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