14 ene 2013

Volviendo a casa

"That was Asia over there, after all -right there in my view. Asia. The thought of it seemed incredible. I could be there in minutes. I still had money left. An untouched continent lay before me. But I didn't go. Instead I ordered another Coke and watched the ferries. In other circumstances I think I might have gone. But that of course is neither here nor there".
-Bill Bryson, Neither Here Nor There

Este viernes vuelvo a México tras poco más de 7 meses vagando por Europa y Turquía, principalmente en bicicleta. Originalmente planeaba seguirme de corrido hasta el Lejano Oriente. Ahora el plan es volver a México 4 meses y continuar la expedición donde la interrumpí, en Estambul. En México estaré trabajando, ahorrando, conviviendo con amigos y seres queridos, y planeando la siguiente expedición ciclista con calma.

La decisión de volver o continuar no fue sencilla. Desde el inicio del viaje en junio, y hasta mi llegada a Estambul a principios de diciembre, me enfoqué en el corto plazo, en la ruta inmediata hacia Turquía. Cuando llegué a esta megalópolis euroasiática -desde donde escribo estas líneas- celebré el cumplimiento de mi meta, y fue entonces que comencé a pensar sobre el plan para 2013. 

El plan trazado desde un inicio era continuar pedaleando en Turquía. Pero conforme me fui informando sobre la geografía de este país -el clima, la topografía, la estructura de la red carretera- me di cuenta de lo ingenuas que eran mis intenciones. Cruzar Turquía en bicicleta es un proyecto difícil; cruzar el país en medio del invierno es, de acuerdo a quien le preguntas, una idea imposible, masoquista o sencillamente muy desafortunada. Turquía es un país muy montañoso, y además tiene una elevación promedio muy considerable (la altitud promedio del país es 1332 metros sobre el nivel del mar). En Anatolia, las montañas crecen considerablemente conforme uno se mueve hacia el este del país, donde es común que el mercurio descienda hasta los -30 grados centígrados. Y aún si uno lograra, hipóteticamente, soportar estas temperaturas, cruzar el país en invierno sería muy complicado por la acumulación de nieve, que obliga al gobierno a cerrar muchas carreteras en el este del país durante varios meses. 

File:Turkey topo.jpg
Mapa topográfico de Turquía (el color indica la altitud sobre el nivel del mar; ver escala en el rincón inferior derecho)

Tras enterarme de los hechos geográficos que acabo de ennumerar, comencé a investigar la posibilidad de pedalear a lo largo de la costa del Mar Negro. Pero resultó ser otra mala idea. A lo largo de la costa del Mar Negro:
(1) Hace menos frío que en el centro del país, pero aún hace mucho frío: la temperatura oscila sobre los 0 grados, a veces mucho menos por la influencia de las corrientes de aire provenientes de Siberia. 
(2) Es la región más lluviosa del país (y en invierno, cuando no llueve, nieva)
(3) Hay una cantidad increíble de montañas y colinas (los valles son perpendiculares a la costa).
(4) Hay sólo una carretera, que resulta ser una autopista de 4 carriles -difícilmente lo más agradable para recorrer en bicicleta, y probablemente una vialidad peligrosa.

Abandoné, entonces, la idea de pedalear en Turquía durante el invierno. Mi amigo ciclista turco Kerem (a quien conocí a través de WarmShowers, la red de hospitalidad para ciclistas viajeros más grande del mundo) estuvo de acuerdo conmigo en que lo mejor era reanudar la marcha en la primavera. 

Luego consideré la posibilidad de dejar la bici en algún sitio (por ejemplo, con Kerem) e irme a viajar por la región, o por el país, como backpacker, usando trenes, aviones y autobuses. Pero la idea no me entusiasmó. Viajar en invierno, en latitudes donde el invierno sí es cosa seria (no como en las latitudes tropicales donde se ubica la Ciudad de México, por ejemplo), puede ser una experiencia miserable, y más si uno está solo. Pensé en hacer un viaje a Georgia y Armenia, volando desde Estambul. Era barato (al menos más barato que cualquier vuelo comercial en México). Imaginé la experiencia de llegar a otro país extranjero, enfrentarme a otro alfabeto desconocido y otro idioma ininteligible, negociar con taxistas, restauranteros, gerentes de hotel, cargar mi maleta, ocultarme de la lluvia y la nieve, comer en restoranes saturados con humo de cigarro, y lidiar tan temprano con la oscuridad invernal de las latitudes septentrionales. No, no quería eso. 

Frío, días cortos, nieve, lluvia, lodo:  el invierno puede ser miserable

La tercera opción era volver a casa, y trabajar (tuve la fortuna de recibir, a principios de enero, una oferta de trabajo temporal). Aunque los "pros" de esta opción eran, objetivamente, abrumadores (ver a mi familia y amigos; trabajar en algo que me gusta, y que me permite aprender y desarrollarme profesionalmente; generar ingresos y ahorrar; escapar del invierno crudo de Turquía, etc.) tuve que reflexionar varios días antes de decidirme por ella. El principal problema es que este retorno a casa no estaba en el plan, y me costaba trabajo la idea de volver antes de haber alcanzado el objetivo final, que era llegar hasta China. Pero eventualmente me di cuenta de que lo que me importaba, y lo que me había motivado a emprender el viaje, no era la idea de llegar muy lejos en bicicleta, de probarme algo a mí mismo o a los demás. Lo importante no era llegar a ningún lado, sino simplemente ir. Y cuando ya no puedes o ya no quieres ir más lejos, entonces es tiempo de ir a casa. Parafraseando a Bill Bryson, el truco para viajar felizmente en bicicleta es saber cuando parar. Y en mi caso, no solamente no puedo seguir pedaleando, sino que aún si pudiera, creo que ya no me entusiasma tanto la idea de continuar solo, particularmente en regiones inhóspitas. 

Antes de volver a casa, quiero darles las gracias a tod@s los que me han estado siguiendo a través de este muy modesto blog de viaje, así como a través de las fotos y videos que he publicado y difundido por aquí. Cuando uno viaja solo, carga siempre con un déficit de comunicación, una necesidad de comentar lo que uno ve y siente mientras viaja. Y en cierta medida este blog me ha ayudado a eso, a compartir con ustedes parte de mis experiencias sabiendo que ustedes las aprecian. Siempre me da muchísimo gusto recibir comentarios de amigos, parientes o incluso de desconocidos que se interesan por lo que publico en este espacio.

Finalmente, cabe comentarles que el blog seguirá activo. Voy a seguir publicando reflexiones sobre el viaje, ahora no tanto desde la perspectiva de una bitácora de viaje, sino a partir de temas o aspectos del viaje que estuvieron presentes en mi mente todos estos meses. ¡Nos vemos en México!

PD- Si ven mucho Bill Bryson en este post es porque en fechas recientes he estado devorando compulsivamente todos sus libros de viaje. Nunca he reído tanto al leer.